Una larga transición, la retirada


Hoy después de mucho tiempo me volví levantar pronto para nadar, bueno en realidad fui a hacer de liebre, que no deja de ser nadar... y cuando me pongo un bañador a las 6 de la mañana y nado 4 o 5 km parece ser que es imposible no escribir una entrada al acabar, ¿será el cloro? ¿nostalgia? Puede.

Os he hablado mucho de mi carrera deportiva, pero nunca os he explicado que tal eso de retirarse, parece fácil no? Un día lo dejas y ya, como el que deja de fumar. Pues va a ser que no...

Tenía una compañera que decía que ser nadadora era como tener una relación, si, una relación sentimental, amor, pero en este caso amor en pura esencia. Y decía convencida que tenía una relación con la natación y estaba absolutamente enamorada; o es que... ¿No tienes un compromiso con ella?, unos objetivos y unas metas en común, te da alegrías como ninguna otra cosa en el mundo, pero de vez en cuando te hace sufrir como nadie, eso si, ese sufrimiento vale la pena, siempre. Estas completamente enganchada y necesitas de ella y encima la quieres con locura, te preguntan cuando se acabará y respondes que nunca, los de fuera no lo entienden y por más que les expliques no lo harán, pero tu sigues levantandote a las 5 am por ella, vas a entrenar con fiebre por ella, y lo dejas todo por ella cada vez que entrenas, compites... y si encima resulta que las cosas te van bien con ella, todo lo demás en tu vida funciona estupendamente.
¿Es o no una relación? Tal vez mi compañera tenía razón.

Pero esa relación no es para siempre, es imposible, llega un día que se rompe, no sabes porque pero dejas de sentir lo que sentías por entrenar, por competir, por tirarte al agua o por sacar el hígado en cada entreno. No sabes porque pero dejas de mirarla con los mismos ojos y aquella que te hacía disfrutar deja poco a poco de hacerlo.
A más a más existe la posibilidad que te haga daño, y que recibas un fuerte golpe que te hunda, una lesión, una desconvocatoria injusta... Puede llegar a ser como una infelidad, no, no exagero. Duele, porque al fin y al cabo, no deja de ser una relación, duele mucho.
(Ahora mismo la mayoría pensaréis que estoy loca, pero habrá quien de alguna manera u otra me entenderá)

Ese vínculo tiene final y ese final se llama retirada y dejas de hacer aquello que hacías día tras otro sin descanso, se acaba aquello que has amado durante prácticamente toda tu vida, prácticamente 20 años y lo haces sabiendo que es mejor así porque si continuaras, si siguieras, no saldría bien. Yo lo intenté, apenas duré dos meses para saber que solo iba a salir mal de aquel intento.

Entonces empieza un proceso de asimilación y de duelo, al principio estás rara, te levantas y no te pones el bañador, puedes ir a cenar un día entre semana, no tienes esa sensación de cansancio físico constante, es raro pero está bien.
De hecho "mola" un monton poder dormir por las mañanas e irte de vacaciones sin tener que llevarte los entrenos apuntados o poder estar despierta hasta las mil porque al día siguiente no tienes que rendir físicamente. Tu vida social se multiplica por 10 y empiezas a recuperar cosas que no habías hecho en la adolescencia porque el deporte de élite no te permitía hacerlas. Te das cuenta que después de la natación también hay vida.
Pero no todo es tan bonito...
No te das cuenta y empiezas a desadaptarte en mi caso tanto físicamente como psicologicamente, no nos engañemos, no volveré a tener la masa muscular ni el cuerpín que tenía cuando nadaba 25 km por mucho que me cuide.
Estas tan acostumbrada a tener objetivos y a que tu vida vaya tan guiada que sueles ir perdida y los objetivos que tengas tienen que ser muy motivantes para que te llenen.
Yo he tenido la gran suerte de encontrar una profesión que me llena muchísimo, si no, ¡uf! más vale no pensar si no, compadezco aquellos que dejan el deporte sin haber estudiado, sin otras motivaciones, sin un porvenir... 
Dejas de ser el protagonista, dejan de preguntarte tus familiares, amigos, conocidos, ¿que tal entreno? ¿ganaste? ¿estas preparada? Dejas de tener un entrenador detrás tuyo, un médico, un fisio, un psicólogo, un fisiólogo... El mundo deja de dar vueltas a tu alrededor. Bienvenida al mundo real y espabila! Hay que tener la cabeza muy bien amueblada para que eso no te afecte.
Y des de luego lo que más me ha marcado a mi es echar de menos, echar de menos viajar con los compañeros, compartir objetivos y sueños... Echar de menos está bien, al principio dices que no, que está bien, pero des de mi punto de vista es algo por lo que hay pasar, para superar, hay que echar de menos.

Yo creía que estaba bien, que la transición había sido rápida, 2-3 meses? Solo lloré el día que lo comuniqué y el día que me despedí de mis compañeros. Pero 2 años más tarde viendo los Juegos Olímpicos en Londres me dí cuenta que no había salido todo, fue inevitable llorar al ver mi deporte en directo, me removió absolutamente todo, sentimientos, recuerdos... Y aunque si en el momento me hubieran preguntado si quería volver habría dicho que no, rotundamente no, ver las aguas abiertas, sorprendentemente dolió. Pasó rápido, pero creo que ante todo proceso de pérdida tiene que haber un proceso de duelo, y yo no me permití en su día sentir pena y tristeza por acabar una etapa (suelo hacerlo, lo de no permitirme) y es algo que aprendí de esta transición. De lo que se acaba hay que hablar, hay que sentir y si hace falta hay que llorar. Parece un drama, no, no lo es, son 19 largos años viviendo por y para.

Aun teniendo este pequeño bache, sigo considerando mi retirada y mi inserción en el mundo laboral completamente exitosa, no estuve parada ni un sólo día después de colgar el bañador, trabajo de lo que realmente me llena, me gusta y me hace disfrutar y encima me va bien, me sigo formando tanto como profesional como persona y sigo estudiando... sigo en contacto con mis amistades "acuáticas" que no son pocas... ¿que más quiero?

Como toda rotura, dicen que la pérdida de contacto es la mejor forma de superarlo así que consciente o inconscientemente durante dos años, ya prácticamente tres he dejado de hacer deporte y ejercicio físico. Y si, lo he hecho porque ya no disfrutaba, porque ya no tenía ganas, y porque me juré que nunca haría ejercicio por obligación pero también y muy en el fondo porque creía que era la manera más rápida de cerrar una etapa, dejar de tener contacto con ella. 
Supongo que es un proceso de desintoxicación, un proceso necesario para saber empezar una etapa nueva y asimilar que tu rol ha cambiado.

Lo mejor de todo es que todo esto poco a poco va cambiando... hoy después de unos días duros de trabajo, estudios y un estado anímico tocado y hundido por diferentes circunstancias, como os comentaba antes, he ido a nadar y eso que estaba cansada, y eran las 6 de la mañana, y en el fondo me daba una pereza brutal.. Pero he salido del agua, he respirado y lo he visto todo con otros ojos, tal vez no menos cansada, pero si con ganas de acabar la semana bien, de afrontar todo lo que venga, y de que el estrés el trabajo y lo que sea pueden aliviarse, solo, con un poquito de agua con cloro.
Porque en el fondo, no podemos renunciar a lo que somos.


Comentarios

David ha dicho que…
Un escrito muy acertado en la comparacion que hacias,y, aunque no te conozca,me ha parecido muy sentido y sincero. Me ha gustado mucho
Dinesen ha dicho que…
Muy buena entrada. Muy personal y auténtica.